Las ganas de sentir su aroma de su piel era cada vez más inaguantable, la sangre hervía mientras corría por mis venas, simplemente buscaba un lugar donde poder dejar salir aquella pasión inaguantable.
Salimos de aquel restaurante estilo italiano, su nombre no importaba, lo único que, hasta entonces importaba era ella. La luna brillaba esplendorosamente, su silueta se veía resaltada por el brillo de aquellos celestiales rayos refractaban en su vestido, para que mencionar su cabello, tomado en esa cola, donde su carita era como la de un ángel inmaculado, la perfección hecha mujer.
Llegamos a una cabaña de ensueño, el piso iluminado por velas aromáticas, la tina ofrecía un rico masaje bajo los aromas de cientos de lavandas y violetas, era como estar en un campo al aire libre. El agua tibia acrecentó mi deseo de poseerla, de susurrarle a su oído cuanto la amo, cuanto la quiero, cuanto la deseo.
Los besos no tardaron en llegar, las pasiones se desbordaron, nuestras ropas rodaron por nuestros cuerpos, el calor de nuestros deseos colmó la habitación, el tiempo se detuvo mientras acariciaba su cabello, besaba su cuello, con el más profundo placer, su respiración era agitada, cada vez más excitados nos decíamos cuanto nos deseábamos mientras nuestros cuerpos se movían al son de los latidos de nuestros corazones, sus gemidos eran verdaderas melodías que sobre exaltaban mi corazón producto de tan singular placer.
La noche llegaba a su fin, completamente desnudos nos miramos a nuestros ojos con pasión devoradora, nos abrazamos entre aquellos pétalos de rosas rojas sobre nuestro lecho, simplemente esperamos que cada latido se transformara en una pasión, en una caricia, en un canto de amor."
FIN.
Queridos lectores: Es algo atípico que se me ocurrió escribir, hace unos días quería romper mi esquema habitual para poder conseguir este resultado.
Que descansen.
